Piedras en el
Estómago
La sedimentación es un proceso lento y constante, en el que el tiempo transforma lo disperso en algo sólido. Comienza con partículas sueltas que flotan sin dirección, arrastradas por corrientes de aire o agua, y poco a poco, estos fragmentos se compactan bajo presión. Capa tras capa, se acumulan y se comprimen bajo su propio peso. Lo que antes era disperso se fija en capas que registran el paso del tiempo. Cada capa es testigo de un momento, vestigio del agua o del aire.
¿De qué están hechas las culpas que cargas por dentro? ¿Cómo se sedimenta aquello que debería disolverse, pero en cambio se fija en el cuerpo? La culpa llega sin aviso, se instala sin permiso, y comienza a adquirir forma. Como sedimentos de lo no dicho, se deposita lentamente en el estómago —centro visceral de lo emocional— donde lo invisible se vuelve palpable. Con el tiempo, estos fragmentos se compactan, se endurecen, y terminan integrándose al paisaje interno. Así, la culpa, como roca sedimentaria, se forma capa tras capa, hasta transformar el cuerpo en una topografía marcada por lo no resuelto.
Exploro cómo la culpa —una emoción abstracta e intangible— puede adquirir densidad, forma y permanencia. A través de la metáfora de la sedimentación geológica, investigo la manera en que lo emocional se deposita en el cuerpo hasta volverse materia. Piedras en el Estómago retrata la acumulación y solidificación de la culpa a lo largo de generaciones y culturas. De la misma manera que el tiempo comprime los granos de arena hasta convertirlos en piedra, las imágenes y el sonido reflejan el lento pero implacable proceso mediante el cual algo fugaz se solidifica hasta convertirse en una fuerza inamovible.