En Carril
A la derecha, dos pares de manos: una más grande y firme, y las otra pequeña y receptiva. La primera encarna la mente consciente; la segunda, la subconsciente. Entre ellas circulan dos piedras —una blanca y otra negra— que representan pensamientos positivos y negativos. Al principio, el intercambio es fluido, casi coreográfico, en equilibrio. Pero con el aumento de tensión, la mente consciente comienza a dominar, a controlar, hasta que la armonía se rompe y el sistema se desestabiliza.
En la imagen opuesta, una piedra blanca reposa sobre un lecho de sal, símbolo de pureza, carga y polaridad absoluta. Una tinta oscura que absorbe luz, aparece como agente disruptivo. Poco a poco, esta tinta fluye sobre la piedra blanca. A medida que crece la tensión entre las manos, la tinta gana autonomía, pierde contención y termina por invadir tanto la piedra como la sal, transformando lo que antes era puro.